Seguro que cuando piensas en un spa, una de las primeras imágenes que vienen a la cabeza es la de una calurosa sauna. Esta sala es muy usada por deportistas de todo el mundo para recuperarse tras una sesión de entrenamiento o por cualquier persona que quieren deshacerse de las tensiones acumuladas en su día a día. Pero, ¿sabes de dónde es originaria la sauna y todos los beneficios que puede aportar a tu cuerpo? ¡Sigue leyendo y descúbrelo!
La palabra “löyly”, que se utiliza para hablar del vapor que sale cuando se echa agua sobre piedras muy calientes, está en el vocabulario finés desde hace más de 7.000 años, lo que nos indica más o menos el momento en el que se empezó a hacer este ritual. Durante la mayor parte de su existencia, las saunas han sido consideradas como un lugar sagrado y de visita casi-obligatoria al menos una vez a la semana. Solían estar situadas en los patios de las casas y todos los miembros de la familia se reunían para purificar tanto su cuerpo como su espíritu a través del vapor y del calor.
A partir del siglo XX, las saunas empezaron a construirse en el exterior, sobre todo al lado de los lagos y empezaron a convertirse en una actividad de ocio más que de culto. Poco a poco, se fueron expandiendo por el mundo hasta convertirse en una parte esencial de los spas y de los centros termales.
En sesiones de 10 minutos, la visita a una sauna puede proporcionar a tu cuerpo muchos beneficios.
El calor de la sauna abrirá los poros de tu piel y estimulará tu circulación sanguínea, haciendo que elimine toxinas a través del sudor. Además, también hará que tu cerebro libere endorfinas, aliviando las posibles molestias que tengas en tus músculos y articulaciones después de practicar deporte. Y si lo que necesitas es una buena noche de descanso… ¡las endorfinas también se ocuparan de que puedas dormir más profundamente!
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